martes, 5 de julio de 2016

John Murray Spear, o el hombre que trató de crear un nuevo Dios





John Murray Spear

Los Estados Unidos fueron un país particularmente religioso desde su nacimiento, y a medida que crecieron en el siglo XIX (en parte gracias a la destrucción de las comunidades indígenas) su carácter religioso no hizo sino crecer.
Sin embargo, al contrario que en otros lugares religiosos (como América Latina) en Estados Unidos no existía una única tradición religiosa, por lo que distintos predicadores podían llevar a cabo distintas interpretaciones e incluso proponer sus propias ideas.
Esto, como podría esperarse, llevó a que muchas personas generaran creencias bastante… peculiares, por así decirlo… una de las cuales intentó crear un nuevo Mesías a partir de metales y electricidad.

John Murray Spear nació en Estados Unidos en Septiembre 16 de 1804 en Boston, y desde su juventud mostró un interés particular por la religión: en 1830, tras estudiar teología, fue ordenado como Ministro de la Iglesia Universalista de Estados Unidos (en la congregación de Barnstable).
Sin embargo, su naturaleza liberal pronto comenzó a alejarlo de muchos sectores religiosos (aunque parece haber tenido cierto apoyo entre su congregación). Entre otras, Spear luchaba por reconocer derechos a las mujeres, derechos laborales y el retiro de la pena de muerte de la legislación norteamericana, y ante todo por la abolición de la esclavitud.


Otros aspectos, como el control de la natalidad y la promoción del sexo premarital, fueron más álgidos y llevaron a su expulsión de la Iglesia.
Pero John Murray no se desanimó. Su fuerza creció, su voluntad se hizo más grande. Creía en el mensaje de amor que alguna vez había sido de la Iglesia y convencido como estaba de que todos los hombres eran iguales desarrolló algunos colectivos secretos que hacían parte del llamado “ferrocarril subterráneo” (usado para llevar esclavos en secreto a Canadá, donde la esclavitud no era legal). Con el tiempo comenzó a volverse más y más activo, más y más radical.
Creía, como muchos, que no había lugar para las antiguas formas en los nuevos tiempos.


El mundo había cambiado, y el Dios de los judíos y los primeros cristianos estaba muerto: era el deber de los hombres construir un nuevo Dios, uno que iluminara el pensamiento de los sabios por venir y guiara a la humanidad en tiempos en los que todo parecía derrumbarse. Un Dios hecho de metal y vapor, las nuevas fuerzas que dirigían el mundo.
Y así, caminando en la delgada línea que separa la genialidad de la locura, decidió que sería él quien creara este nuevo Dios.


El camino que lo alejó de la Iglesia Universalista también lo había acercado al ocultismo: siguió predicando, pero comenzó progresivamente a incluir más y más conocimiento esotérico en sus reuniones.
Es bueno recordar que en este periodo la ciencia aún estaba descubriendo muchas de las fuerzas que hoy conocemos y dominamos y por lo tanto cosas como el magnetismo o la electricidad eran vistas casi como algo mágico. Los mecanismos que las dominan no serían descubiertos hasta casi un siglo después.
Murray tenía un interés particular en el magnetismo. Con un grupo de seguidores, comenzó a recolectar imanes y fuentes de energía eléctrica y los fue ensamblando en una mesa de comedor en su casa.  No está claro si desde el principio su intención fue construir un Mesías, pero con el tiempo la idea se hizo más y más evidente: el nombre que dio a su creación fue New Motive Power.
Pero estaba claro que trataba de crear a Dios.
Con el tiempo la estructura se convirtió en un engendro, un laberinto de imanes, cables de cobre y trozos metálicos que no sabemos si fueron construidos con algún tipo de modelo o sencillamente al azar. Murray decía seguir los mensajes que aparecían ante él en sus sueños, y sus hombres, bueno, sus hombres le creían.
Fracaso
Se suponía que el engendro cobraría vida, como una especie de Frankenstein metálico, alimentado por las fuerzas espirituales del magnetismo y la voluntad divina del creador.
Eso, claro, y un ritual bastante extraño. Aunque no tenemos un relato claro de lo que sucedió en aquel, el amor de Murray por el sexo libre deja poco lugar a la imaginación. Parece ser que se trató de una especie de orgía.
Sin embargo, el asunto no funcionó. La criatura no se encendió en vida (como lo esperaba Murray) y en cambio siguió exánime en medio de la mesa. Decepcionado, y consciente de su fracaso, el hombre tardó semanas en desarmar lo que había tomado meses de trabajo.
Tras este fracaso, Murray desapareció de la agenda pública. Quienes siguieron en contacto con él cuentan que perdió progresivamente la cordura, pero siempre se mantuvo leal a sus creencias. Su nombre eventualmente desaparecería, y sería recordado solo como el de un maniático.
Pero muchos consideran que Murray fue en verdad un visionario, y que sus intenciones de crear esta criatura palidecen ante su labor política, que predijo muchos de los cambios por venir en el siglo XX.













































Fuentes:https://misterios.co/john-murray-spear-o-el-hombre-que-trato-de-crear-un-nuevo-dios/
Imágenes: 1: mrobsr.blogspot.com.co, 2: meinekleinefabrik.blogspot.com.co, 3: bizzarrobazar.com.

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