En una época en que las sondas espaciales escanean el interior de los planetas del Sistema Solar y los batiscafos llegan a las profundidades océanicas, resulta sorprendente descubrir que en las pirámides de Egipto aún quedan cámaras por descubrir. Este jueves, un estudio publicado en la revista Nature levantó mucho revuelo después de anunciar el hallazgo de un importante hueco en el interior de la Gran Pirámide de Guiza o pirámide de Khufu, donde fue sepultado este faraón (llamado Keops por el historiador Herodoto) al final de su reinado, en torno al año 2483 antes de Cristo. Construida a partir de unos 2,3 millones de bloques de piedra caliza y granito, la mayor pirámide de Egipto (al menos hasta que la erosión redondeó su cúspide) alcanza una altura de 139 metros y una anchura en la base de 230.
Las tres pirámides de Guiza: Khufu, Kefrén y Micerino (HIP Institute)
El método empleado para la detección de la cámara se basa en una muy sofisticada tecnología que recoge la lluvia de muones sobre la superficie de la Tierra. Estas partículas se generan en la atmósfera a causa del impacto de los rayos cósmicos sobres los gases atmosféricos, generando una cascada de reacciones y de partículas que descienden hasta la superficie y que, en ocasiones, se caracterizan por su capacidad de penetrar profundamente en la roca. Los rayos cósmicos son fundamentalmente protones que provienen de fuera del Sistema Solar y que son originados en supernovas, explosiones de rayos gamma o púlsares.
La nueva estancia descubierta en la pirámide de Khufu está situada justo encima de la Gran Galería, un majestuoso pasillo de 8,6 metros de alto y 46,7 de largo que conecta la Cámara del Rey y la Cámara de la Reina. Se conocen pocos detalles sobre la estancia oculta: no se sabe si es horizontal o si está inclinada o si está conectada o no a otras cámaras. Solo se puede estimar que mide unos 30 metros de largo y que está a unos 40 o 50 metros del nivel del suelo.
¿Qué hay dentro?
Aunque de momento solo se sabe con seguridad que existe un hueco, algunos egiptólogos ya han especulado acerca de cuál pudo ser su propósito. Algunos han sugerido que podría dirigir a alguna cámara superior desconocida, pero otros han señalado que la opción más viable es la de que se trate de una cámara de alivio, un “hueco” destinado a reducir el peso de la mampostería sobre la Gran Galería. En todo caso, y como explicó a ABC Kunihiro Morishima, codirector de la investigación y jefe del equipo de la Universidad de Nagoya, “la técnica empleada no puede confirmar si hay artefactos o no dentro del vacío porque son demasiados pequeños para detectarlos”. Así que, al menos hasta que se perforen los muros o se desarrollen nuevas técnicas, no hay forma de saber qué hay dentro.
La nueva cámara en la pirámide de Keops (EFE)
Lo cierto es que la tecnología tiene grandes limitaciones: solo es capaz de calcular la densidad de ciertas zonas de la pirámide y estimar la forma y las dimensiones de un posible vacío. De hecho, por mucho que se haya detectado un hueco en esa posición los investigadores no tienen por qué estar ante un hallazgo de una cámara relevante. Algo similar ocurrió en 1986, cuando una técnica de microgravimetría permitió detectar la existencia de un pasadizo paralelo a la Cámara de la Reina y los investigadores perforaron tres agujeros en los muros para encontrar una cámara oculta que nunca apareció. En su lugar, solo encontraron arena.
Es más, a raíz del descubrimiento el Ministerio de Antigüedades egipcio acusó al equipo investigador de haberse precipitado y de haber usado términos propagandísticos: “El Ministerio de Antigüedades ve que el equipo investigador no debería haberse precipitado ni haberse dirigido a la opinión pública en esta etapa empleando términos propagandísticos sobre el proyecto como ‘descubrimiento’ o el ‘hallazgo de una cámara o hueco dentro de la Gran Pirámide del tamaño de un avión”, según un comunicado. En la nota, el Ministerio aseguró que los expertos en arqueología ya conocían la existencia de “numerosos huecos” dentro de las tres pirámides de Guiza.
Gran Galería. Encima de esta se encuentra la nueva cámara (HIP Institute)
La polémica tiene probablemente también raíces políticas. El Ministerio de Antigüedades egipcio encargó, bajo el mandato de Mamdouh el-Damaty, iniciar el proyecto Scan Pyramids, a través del cual los investigadores pudieron usar la muografía para “radiografiar” las tripas de las pirámides. Pero el ministerio sufrió un cambio de política con la llegada al cargo, en 2016, de Khaled El-Anany, quien lo dirige ahora. De hecho, uno de los arqueólogos que ha destacado que en la pirámide hay muchos huecos para aligerar la construcción es Zahi Hawas, otro exministro de antigüedades y un mediático y controvertido egiptólogo: «No se trata de un nuevo descubrimiento», aseguró Hawas.
¿Por qué no se había encontrado hasta ahora?
Sea como sea, ¿cómo es posible que la cámara hubiera pasada desapercibida hasta ahora? “Resulta muy difícil encontrar las cámaras del interior de la pirámide porque sencillamente es demasiado masiva“, explicó a ABC Mehdi Tayoubi, codirector de la investigación y director del Instituto para la Innovación y la Preservación del Patrimonio de París (Francia), que ha impulsado el proyecto Scan Pyramids, en el que también han trabajado otras tres instituciones: la Universidad de Nagoya, Japón, la Organización para la Investigación del Acelerador de Alta Energía KEK, también en Japón, y la Comisión para la Energía Atómica,CEA, en Francia.
Uno de los detectores empleados para las tres técnicas de muografía que han desvelado la presencia de un nuevo hueco (HIP Institute)
“Los rayos X no pueden atravesar más que un metro de roca. Otras técnicas no invasivas, como el láser, tampoco pueden hacerlo. Así que hasta ahora, todas las tecnologías usadas en la pirámide de Khufu no habían podido confirmar la existencia de una cámara”, dijo a ABC Kunihiro Morishima.
Pero ahora, los avances tecnológicos han permitido que una técnica conocida como muografía esté lo suficientemente madura como para atravesar los muros y desvelar la estructura interna de la pirámide. “Esto demuestra que la muografía puede tener un importante papel en Arqueología”, ha explicado Tayoubi. “Ahora estamos preparados para comprender mejor nuestro patrimonio”. La complejidad de las técnicas y el volumen tan masivo de la pirámide han requerido que los científicos usaran tres métodos de muografía diferentes para reconstruir la estructura tridimensional del vacío descubierto sobre la Gran Galería.
Hacerlo ha sido un reto, pero, en opinión de Morishima, esta tecnología está lista para explorar «pirámides mexicanas, tumbas japonesas o excavaciones de Capadocia». Y cree que es posible encontrar nuevas cámaras ocultas, tanto en la pirámide de Khufu como la de Kefrén, y tratar de investigar cuál fue el propósito del túnel recién descubierto.
¿Qué harán los investigadores después de haber obtenido estos resultados? Morishima explicó que “continuaremos tomando imágenes para revelar detalles sobre las estructuras, como sus dimensiones, inclinación o si el gran vacío está compuesta por una o más cámarás”. Para ello, tendrán que situar más detectores en muchas más posiciones, de forma que puedan hacer un análisis por cortes (algo así como una tomografía) para entender con precisión qué se esconde en el interior de la Gran Pirámide.
¿Cómo funciona la técnica?
Si en una radiografía se hacen pasar rayos X por el cuerpo para obtener una «sombra» de los huesos sobre una placa fotográfica, aquí los investigadores se han aprovechado de que de forma natural se está produciendo una intensa lluvia de muones sobre la superficie de la Tierra, en una cantidad de cerca de 10.000 partículas por metro cuadrado y minuto. Una de sus características es que, a diferencia de los fotones de los rayos X, estas partículas atraviesan hasta un kilómetro de roca antes de ser absorbidos. Por eso pueden revelar la presencia de estructuras en el interior de un edificio tan macizo y enorme como la Gran Pirámide.
A través de unas placas receptoras, depositadas normalmente en el interior del edificio durante varios meses, los investigadores recogieron la lluvia de partículas provenientes de la atmósfera y «revelaron» poco a poco la naturaleza de las entrañas del monumento funerario. Para ello hubo que colocar detectores en varios puntos de la pirámide y procesar los datos a través de potentes técnicas de computación. Cuantos menos muones caían en un punto concreto, era porque más maciza era la pirámide en ese punto. Si, al contrario, caían muchos muones, es porque no había tanta piedra para absorberlos.
Simulación de una cascada de reacciones provocada por el impacto de un protón proveniente del espacio
Esta novedosa técnica ya se ha empleado en muchas otras ocasiones: se ha usado para estudiar el interior de los volcanes, el reactor nuclear de Fukushima en Japón o yacimientos arqueológicos de Nápoles y Roma y México, donde se usó para estudiar la Pirámide del Sol. Además, se ha empleado durante décadas en aceladores de partículas y hasta se ha propuesto su uso en tareas de seguridad para detectar materiales radiactivos ocultos.
En el campo de la egiptología, en octubre de 2016, permitió encontrar un pequeño pasillo en la cara norte de la pirámide de Keops. Curiosamente, un equipo dirigido por el Nobel de Física estadounidense y de abuelo español Luis Álvarez intentó hacer algo similar en los años 60, en la pirámide de Kefrén, pero la tecnología de entonces no logró encontrar nada.
Cerca del año 820, el Califa Al-Ma’ mún ordenó abrir un túnel en el costado de la Gran Pirámide para llegar a sus tesoros. Las excavaciones del siglo XIX y XX llegaron a los últimos secretos y todo quedó en suspenso hasta que llegó la última tecnología. Con la finalidad de descubrir posibles estancias ocultas, se usaron técnicas de microgravimetría y de radar, pero no se encontró nada.
En esta ocasión, los investigadores han encontrado una gran cámara que podría esconder interesantes secretos o no ser más que un alivio estructural para la Gran Galería. Pero el hallazgo sigue siendo relevante: en primer lugar porque se ha producido en la Gran Pirámide de Keops, la mayor y más conocida de todas las egipcias, y en segundo lugar porque ha sido fruto del intenso trabajo interdisciplinar de varias instituciones punteras. Gracias a su labor, ahora la tecnología puede atravesar los más gruesos muros de los yacimientos en busca de rincones ocultos. Tal como estimó Zahi Hawas, las arenas del desierto a ambos lados del río Nilo esconden todavía cerca del 60% del patrimonio faraónico.
Fuente:http://abcblogs.abc.es/bacterias-batallas/2017/11/03/rayos-cosmicos-piramide-keops/