Durante la noche de San Juan de 1986, se produjo la desaparición más enigmática acaecida hasta la fecha en España. La desaparición de un niño de 10 años, tragado por la nada, después de un impresionante accidente de tráfico entre las provincias de Madrid y Segovia, concretamente a la altura de Somosierra.
El nombre de Juan Pedro Martínez Gómez corrió como la pólvora en boca de todos. Había un tercer ocupante de aquel siniestro Volvo F-12. Un chico de 10 años y del que no se encontraban ni rastro por aquella zona. Sólo una goma de la zapatilla que según creen, llevaba el jovencísimo Juan Pedro en aquel desafortunado viaje.
Hacia las nueve de la noche, el cuerpo de bomberos abre la cabina del camión para encontrar alguna pista del niño, pero no logran dar con ninguna pesquisa que les pueda llevar hasta el crío. Al mismo tiempo, el ácido continuaba fluyendo por la carretera y sus proximidades, con la amenaza de alcanzar las aguas de los afluentes del río Duratón.
Al día siguiente la noticia era portada en toda la prensa del país, y casi todas con el mismo titular: “Alarma en Somosierra”.
El caso de Juan Pedro Martínez, es uno de esos misterios que a día de hoy y por más que pasan los años, no se encuentra una explicación. Se peinó toda la zona, se buscó por toda la cabina alguna mínima pista, se repartieron miles de carteles con la foto de aquel niño vestido de comunión, e incluso se experimentó con el ácido para comprobar si éste fue el causante de una hipotética disolución, a lo que los expertos negaron, puesto que según esas investigaciones, para que eso ocurra, el cuerpo debería haber sido expuesto a una bañera artificial formada principalmente por los amasijos de hierro de la cabina y que el fluido de ácido hubiese sido renovado constantemente, cosa que no ocurrió, y aun siendo así habría restos orgánicos en los fluidos de ácido.
Tras las primeras investigaciones de la Guardia Civil al llegar al lugar del accidente, se encontró en la cabina del camión de Andrés Martínez, el tacógrafo, el cual deja constancia de las paradas como de las aceleraciones cometidas por el vehículo, es decir, la caja negra del camión. En él se registro un cambio brusco de velocidad sin motivo aparente, llegando a los 140 km/h, dato al que nunca encontraron explicación alguna de por qué esa brusca aceleración.
Otro de los detalles, es la observación de una furgoneta blanca, tipo Nissan Vanette, delante del camión kilómetros antes de llegar al lugar de los hechos y a gran velocidad, según algunos testigos.
Pero el relato más curioso y enigmático del caso, es el de dos pastores de la zona, que fueron testigos del accidente y que así se lo hicieron saber a las autoridades. Estos dos vecinos de la zona atestiguaron que inmediatamente después del accidente y aprovechando la confusión y el caos propio del suceso, observaron a dos individuos de una altura considerable, de tez blanquecina y engullidos en unas batas blancas que les llegaban hasta los tobillos, sacar de la cabina del camión y posteriormente llevarse un gran bulto. De ser cierto, ¿quienes eran aquellos individuos? ¿Era ese gran bulto, Juan Pedro Martínez?
Posteriormente también se recibieron numerosas llamadas que afirmaban haber visto a Juan Pedro Martínez en diferentes puntos de la geografía nacional, sobre todo en Bilbao, donde se aseguraban que el “niño de Somosierra” vagaba deambulando por una zona industrial de la capital vasca. Posteriormente las investigaciones de la policía desecharon esos testimonios al no encontrar ninguna prueba de ello.
Han pasado muchos años, ha llovido mucho desde entonces, han corrido ríos de tinta sobre este conmovedor suceso y sobre todo muchas, muchísimas investigaciones, y todavía nos hacemos la misma pregunta que aquella noche de San Juan de 1986... ¿Qué fue de Juan Pedro Martínez Gómez, “el niño de Somosierra?
Fuente:http://fenomenosparanadanormales.blogspot.com.es/2008/03/el-nio-de-somosierra.html