lunes, 30 de marzo de 2015
domingo, 29 de marzo de 2015
sábado, 28 de marzo de 2015
Un gigante vivió hace 1.000 años en al-Ándalus
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Hace un milenio, un gigante vivió en una población judía empotrada en la al-Ándalus musulmana del sur de la península Ibérica. La rocambolesca historia de su hallazgo se remonta al 20 de octubre de 2006, cuando un vecino de Lucena (Córdoba) sacó a su perro a pasear. La zona sur del pueblo estaba removida por las obras para construir una nueva carretera de circunvalación. Después de corretear por el terreno, el perro regresó con algo extraño en la boca. Era un fémur humano.
Nervioso, el dueño de la mascota llamó a la Policía Municipal y, en medio del desconcierto, el fémur acabó también rodeado por agentes de la Guardia Civil y de la Policía Nacional, presentes en el pueblo, de 43.000 habitantes. Daniel Botella, el arqueólogo municipal, recuerda que le llamaron aquella misma noche. Había más huesos desperdigados. “En un principio se pensó que eran fosas de la Guerra Civil”, recuerda. Pero, tras una buena inspección, se llegó a otra conclusión: aquello era un enorme cementerio judío con centenares de tumbas. Y en una de ellas se encontraban los restos de un gigante que murió a los 30 años y fue enterrado, desnudo y envuelto en un sudario, con la cara mirando a Jerusalén.
“La maquinaria pesada utilizada para construir la nueva carretera de Lucena se llevó parte de sus piernas por delante, así que no podemos confirmar su estatura”, reconoce el antropólogo Joan Viciano, que estudió sus restos cuando trabajaba en la Universidad de Granada. Sin embargo, los científicos hallaron una “mandíbula enorme” y otros huesos de gran tamaño que sugieren “un probable caso de gigantismo”, según los resultados de años de investigación que se acaban de publicar en la revista especializada Anthropologischer Anzeiger.
El presunto gigante vivió alrededor del año 1050, según dataciones con carbono 14 en puntos cercanos a su tumba. Era el ocaso del Califato de Córdoba. El pueblo de Lucena se llamaba entonces Eliossana (“Dios nos salve”, en hebreo) y vivía su máximo esplendor. Funcionaba como una ciudad judía independiente del poder islámico de Córdoba, Sevilla y Granada. “Los musulmanes y los cristianos tenían prohibida la entrada al interior de su recinto amurallado”, explica Botella, director del Museo Arqueológico y Etnológico de Lucena. Según Ibn Hawqal, un viajero musulmán del siglo X, Lucena era la ciudad en la que los judíos castraban a los esclavos para destinarlos a los palacios de los mandatarios musulmanes.
Aquel judío de 30 años debió de llamar la atención en un poblado en el que la estatura media era de 1,69 metros. La longitud de su mandíbula era de 10 centímetros, frente a los 7,5 de media del resto de esqueletos hallados en la necrópolis. El equipo de científicos que ha analizado sus restos compara el caso con el de Cornelius Magrath, un gigante irlandés que vivió entre 1736 y 1760. Era tan alto que, cuando murió, los alumnos del Trinity College de Dublín, la universidad más antigua de Irlanda, robaron su cadáver para estudiarlo. Se levantaba 2,17 metros sobre el suelo. Su mandíbula medía 11,3 centímetros.
La hipótesis de los científicos es que el grandullón de al-Ándalus padecía una enfermedad rara que hace que una glándula en la base del cerebro, la hipófisis, fabrique demasiada hormona del crecimiento. Si el problema aparece en un niño, se denomina gigantismo. En los adultos se conoce como acromegalia y en España se registran tres o cuatro casos anualmente por cada millón de habitantes. Los investigadores creen que la patología del gigante judío, posiblemente producida por un tumor en la hipófisis, comenzó alrededor de los 15 años.
El gigante se movió en un entorno piadoso y de estudio. “Cualquier judío que quisiera tener un buen currículo venía a estudiar a la Escuela Talmúdica de Lucena: astronomía, poesía, leyes, medicina”, señala Botella, que dirigió las excavaciones de la necrópolis. Aparecieron 346 tumbas, 196 de ellas con restos humanos. La Eliossana hebrea debió de alcanzar los 2.500 habitantes, calcula el arqueólogo.
Los judíos no destruyen los documentos en los que figura el nombre de su dios, sino que los almacenan hasta que se pudren en depósitos conocidos como genizas. En la sinagoga de Ben Ezra, en El Cairo, se encontró a finales del siglo XIX una geniza con documentos desde el siglo IX, incluidos varios procedentes de Lucena que iluminan la época en la que vivió el gigante andalusí. “Se hallaron formularios para divorcios, compraventa de mulas, préstamos hipotecarios, venta de viñedos”, narra Botella, que subraya que la ciudad acogió a “los judíos más relevantes” de al-Ándalus tras el Sitio de Córdoba en 1013 y la Masacre de Granada de 1066, una matanza de miles de sefardíes ejecutada por musulmanes.
Entre aquellos judíos relevantes destacaría el gigante, al menos físicamente. Los científicos le han bautizado TB-5, pero es imposible saber cuál fue su nombre real y a qué se dedicó. Sus restos, como los de los demás muertos, aparecieron sin ajuar funerario. Solo se encontró una lápida alrededor del gigante, perteneciente a otra tumba, que conserva una inscripción en hebreo, escrita con la torpeza de un niño al que se le acaba el papel y va encogiendo las letras: “Rabí Lactosus duerma en paz. Descanse en paz hasta que venga el Consolador que anuncia la paz en la puerta de la paz. Decidle: descanse en paz”.
Botella recuerda, además, que la comunidad judía bloqueó la investigación de la necrópolis. “El Parlamento israelí envió una queja diplomática al Gobierno español. Cuando [el entonces ministro de Asuntos Exteriores Miguel Ángel] Moratinos fue a Naciones Unidas se encontró con una manifestación de judíos en contra de la excavación de la necrópolis de Lucena”, recuerda el arqueólogo, que negoció en persona las condiciones de la investigación científica de los restos con la Federación de Comunidades Judías de España.
Los huesos del gigante habían viajado en 2011 a la Universidad de Granada para ser sometidos a análisis radiográficos y microscópicos, pero tuvieron que ser devueltos inmediatamente a Lucena por las quejas de la comunidad hebrea. “Para ellos era profanar el descanso de los muertos”, rememora Botella. El 18 de diciembre de aquel año, todos los restos óseos fueron enterrados de nuevo en sus tumbas, en una ceremonia solemne presidida por el rabino mayor de España, Moshe Bendahan, y en presencia de más de 40 representantes de comunidades judías llegados de varios países de Europa. El gigante andalusí, según los creyentes en Yahveh, ya descansa en paz.
Fuente: http://elpais.com/elpais/2015/03/26/ciencia/1427374084_380009.htm
Nervioso, el dueño de la mascota llamó a la Policía Municipal y, en medio del desconcierto, el fémur acabó también rodeado por agentes de la Guardia Civil y de la Policía Nacional, presentes en el pueblo, de 43.000 habitantes. Daniel Botella, el arqueólogo municipal, recuerda que le llamaron aquella misma noche. Había más huesos desperdigados. “En un principio se pensó que eran fosas de la Guerra Civil”, recuerda. Pero, tras una buena inspección, se llegó a otra conclusión: aquello era un enorme cementerio judío con centenares de tumbas. Y en una de ellas se encontraban los restos de un gigante que murió a los 30 años y fue enterrado, desnudo y envuelto en un sudario, con la cara mirando a Jerusalén.
“La maquinaria pesada utilizada para construir la nueva carretera de Lucena se llevó parte de sus piernas por delante, así que no podemos confirmar su estatura”, reconoce el antropólogo Joan Viciano, que estudió sus restos cuando trabajaba en la Universidad de Granada. Sin embargo, los científicos hallaron una “mandíbula enorme” y otros huesos de gran tamaño que sugieren “un probable caso de gigantismo”, según los resultados de años de investigación que se acaban de publicar en la revista especializada Anthropologischer Anzeiger.
El presunto gigante vivió alrededor del año 1050, según dataciones con carbono 14 en puntos cercanos a su tumba. Era el ocaso del Califato de Córdoba. El pueblo de Lucena se llamaba entonces Eliossana (“Dios nos salve”, en hebreo) y vivía su máximo esplendor. Funcionaba como una ciudad judía independiente del poder islámico de Córdoba, Sevilla y Granada. “Los musulmanes y los cristianos tenían prohibida la entrada al interior de su recinto amurallado”, explica Botella, director del Museo Arqueológico y Etnológico de Lucena. Según Ibn Hawqal, un viajero musulmán del siglo X, Lucena era la ciudad en la que los judíos castraban a los esclavos para destinarlos a los palacios de los mandatarios musulmanes.
Aquel judío de 30 años debió de llamar la atención en un poblado en el que la estatura media era de 1,69 metros. La longitud de su mandíbula era de 10 centímetros, frente a los 7,5 de media del resto de esqueletos hallados en la necrópolis. El equipo de científicos que ha analizado sus restos compara el caso con el de Cornelius Magrath, un gigante irlandés que vivió entre 1736 y 1760. Era tan alto que, cuando murió, los alumnos del Trinity College de Dublín, la universidad más antigua de Irlanda, robaron su cadáver para estudiarlo. Se levantaba 2,17 metros sobre el suelo. Su mandíbula medía 11,3 centímetros.
La hipótesis de los científicos es que el grandullón de al-Ándalus padecía una enfermedad rara que hace que una glándula en la base del cerebro, la hipófisis, fabrique demasiada hormona del crecimiento. Si el problema aparece en un niño, se denomina gigantismo. En los adultos se conoce como acromegalia y en España se registran tres o cuatro casos anualmente por cada millón de habitantes. Los investigadores creen que la patología del gigante judío, posiblemente producida por un tumor en la hipófisis, comenzó alrededor de los 15 años.
El gigante se movió en un entorno piadoso y de estudio. “Cualquier judío que quisiera tener un buen currículo venía a estudiar a la Escuela Talmúdica de Lucena: astronomía, poesía, leyes, medicina”, señala Botella, que dirigió las excavaciones de la necrópolis. Aparecieron 346 tumbas, 196 de ellas con restos humanos. La Eliossana hebrea debió de alcanzar los 2.500 habitantes, calcula el arqueólogo.
Los judíos no destruyen los documentos en los que figura el nombre de su dios, sino que los almacenan hasta que se pudren en depósitos conocidos como genizas. En la sinagoga de Ben Ezra, en El Cairo, se encontró a finales del siglo XIX una geniza con documentos desde el siglo IX, incluidos varios procedentes de Lucena que iluminan la época en la que vivió el gigante andalusí. “Se hallaron formularios para divorcios, compraventa de mulas, préstamos hipotecarios, venta de viñedos”, narra Botella, que subraya que la ciudad acogió a “los judíos más relevantes” de al-Ándalus tras el Sitio de Córdoba en 1013 y la Masacre de Granada de 1066, una matanza de miles de sefardíes ejecutada por musulmanes.
Entre aquellos judíos relevantes destacaría el gigante, al menos físicamente. Los científicos le han bautizado TB-5, pero es imposible saber cuál fue su nombre real y a qué se dedicó. Sus restos, como los de los demás muertos, aparecieron sin ajuar funerario. Solo se encontró una lápida alrededor del gigante, perteneciente a otra tumba, que conserva una inscripción en hebreo, escrita con la torpeza de un niño al que se le acaba el papel y va encogiendo las letras: “Rabí Lactosus duerma en paz. Descanse en paz hasta que venga el Consolador que anuncia la paz en la puerta de la paz. Decidle: descanse en paz”.
Botella recuerda, además, que la comunidad judía bloqueó la investigación de la necrópolis. “El Parlamento israelí envió una queja diplomática al Gobierno español. Cuando [el entonces ministro de Asuntos Exteriores Miguel Ángel] Moratinos fue a Naciones Unidas se encontró con una manifestación de judíos en contra de la excavación de la necrópolis de Lucena”, recuerda el arqueólogo, que negoció en persona las condiciones de la investigación científica de los restos con la Federación de Comunidades Judías de España.
Los huesos del gigante habían viajado en 2011 a la Universidad de Granada para ser sometidos a análisis radiográficos y microscópicos, pero tuvieron que ser devueltos inmediatamente a Lucena por las quejas de la comunidad hebrea. “Para ellos era profanar el descanso de los muertos”, rememora Botella. El 18 de diciembre de aquel año, todos los restos óseos fueron enterrados de nuevo en sus tumbas, en una ceremonia solemne presidida por el rabino mayor de España, Moshe Bendahan, y en presencia de más de 40 representantes de comunidades judías llegados de varios países de Europa. El gigante andalusí, según los creyentes en Yahveh, ya descansa en paz.
Fuente: http://elpais.com/elpais/2015/03/26/ciencia/1427374084_380009.htm
jueves, 26 de marzo de 2015
miércoles, 25 de marzo de 2015
martes, 24 de marzo de 2015
LOS 15 LUGARES ABANDONADOS MÁS IMPRESIONANTES DEL MUNDO
Hay un turismo dedicado a la ruina. Son los cazadores de la desolación. Es un tipo de fascinación propio de escenarios fantasmagóricos, de lugares que el hombre ha tocado alguna vez pero que por avatares del destino han quedado desamparados, intactos en su quietud, suspendidos en el tiempo pero movidos por la acción de la naturaleza siempre viva. La belleza de una ensordecedora soledad en rincones encantados precisamente por estar condenados al olvido. Esta es una pequeña colección de estos lugares congelados en la memoria.
1. El Cristo del abismo (San Fruttuoso, Italia)
Santuario submarinista a 17 metros de profundidad frente a la abadía de San Fruttuoso. No es la única estatua de Jesús sumergida en el fondo del mar. Por ejemplo, su réplica en aguas caribeñas del puerto de Saint George, en la isla de Granada.
2. Hotel El Salto del Tequendama (Soacha, Colombia)
Una de las estampas más misteriosas posibles, la de una mansión entre brumas que funcionó como hotel ahora clausurado y que se levantó al borde de un magnífico precipicio frente a una cascada sin fin. No faltan las historias de fantasmas, claro.
3. Kolmanskop (Desierto del Namib, Namibia)
Ciudad fantasma minera de origen colonial alemán. Allí se empezó a extraer diamantes hasta que al cerrarse la mina, la arena del desierto fue quien empezó a colonizar las casas.
4. Nara Dreamland (Japón)
El sueño interrumpido. Un parque temático de principios de los años sesenta inspirado en el de Disneyland californiano y que, una vez cerrado, atrae a más curiosos que antes al ofrecer imágenes surrealistas, las de los esqueletos gigantes de las antiguas atracciones comidas por el óxido y la maleza. Un centro de peregrinaje para los haikyoists, los cazadores de ruinas japonesas.
5. Fortalezas Marinas Maunsell (Inglaterra)
La segunda gran guerra dejó para el recuerdo –o para el olvido- todo tipo de acciones y de ruinas, pero también curiosidades de la ingeniería como esta, una formación de torres fortificadas instaladas en los estuarios de los ríos Támesis y Mersey para evitar las minas alemanas. Años después tuvo incluso una funcionalidad más extraña al querer ser sede de la “micronación” Sealand. Todo muy raruno que hoy en día tiene esta pinta a lo Mad Max.
6. Pripyat (Ucrania)
Lo que hace que este lugar sea más especial en esta lista es que se trata de una ciudad entera, hoy una ciudad fantasma desde que en 1986 tuvo que ser evacuada en apenas unas horas por el accidente nuclear de Chernóbil. Su símbolo más fotogénico es su desolador parque de atracciones.
7. Pista de bobsleigh (Sarajevo, Bosnia-Herzegovina)
Como pasa con muchas otras instalaciones deportivas, este carril de cemento que se construyó en la montaña Trebević para la competición de los Juegos Olímpicos de Invierno de 1984 es hoy un paseo de grafitis abandonado a su suerte.
8. Wonderland (Pekín, China)
Esto no es el país de las maravillas, esto da miedo. A las afueras de la capital, entre campos de máiz y la nada, se quiso levantar el parque de atracciones más grande de Asia. Las obras faraónicas se detuvieron por problemas de financiación pero lo que queda asusta al más pintado.
9. Sede del Partido Comunista Búlgaro (Parque Nacional de Buzludja, Bulgaria)
El símbolo esta vez es de la caída del bloque soviético ya que la ruina es lo que permanece en el exterior e interior de este magno edificio de hormigón, un coloso oval que no es ciencia ficción sino realidad, no es decorado de Encuentros en la tercera fase sino una antigualla política.
10. Mina Mir (Mirny, Rusia)
Nada menos que el segundo mayor agujero excavado del mundo y de él no sale ningún monstruo de Star Wars. En realidad es una antigua mina de diamantes de Siberia, hoy inactiva pero igual de impactante.
11. Isla Hashima (Japón)
Paradojas de la vida, esta isla-ciudad para mineros de carbón gozó en su tiempo de una de las mayores densidades poblacionales del mundo y hoy está totalmente deshabitada, como tantas de la prefectura de Nagasaki. Otra curiosidad: sale en Skyfall de James Bond como cuartel general del malo malísimo interpretado por Javier Bardem.
12. Cementerio de trenes (Częstochowa, Polonia)
Hay pocos emplazamientos más inquietantes y a la vez más atractivos que los cementerios de trenes, con esos vagones varados entre los matojos, imanes para el arte del spray. El de esta localidad cerca de Cracovia es uno de los más fotografiables.
13. Craco (Basilicata, Italia)
Pueblo medieval típico encaramado a la roca de la montaña pero pueblo fantasma al fin y al cabo por el peligro del desmoronamiento del terreno. Para vivir no sirve pero sí para rodajes de cine y televisión.
14. Castillo Miranda (Celles, Bélgica)
Tenía que aparecer un castillo en la lista y, cómo no, encantado. Porque claro, a su origen aristocrático como residencia particular el pasar a ser orfanato le da muchos puntos para acumular historias para no dormir.
15. Michigan Central Station (Detroit)
Uno de los edificios abandonados más representativos de una ciudad que lleva años sumida en un proceso de abandono general. La fastuosa estación de 18 pisos es ejemplo de una arquitectura Beaux-Arts que llevada al extremo de la ruina luce una innegable belleza. La belleza de la decadencia.
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