viernes, 12 de febrero de 2016

El derretimiento de los glaciares en la Antártida están dejando ver, pirámides.

MISTERIO Y TREMENDA SORPREjSA
Tres pirámides antiguas han sido descubiertas en la Antártida por un equipo de científicos estadounidenses y europeos.
Dos de las pirámides fueron descubiertas a 16 kilómetros tierra adentro,mientras que la tercera estaba muy cerca de la costa.
Los primeros informes sobre las pirámides apareció en los medios de comunicación occidentales el año pasado. Unas cuantas fotos se publicaron en algunos sitios web con un comentario que las extrañas estructuras podrían servir de prueba de que el continente cubierto de hielo solía ser lo suficientemente caliente como para haber tenido una antigua civilización viviendo.
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Imagen aérea tomada a través del hielo del Polo Sur parecen mostrar dos o posiblemente tres pirámides en una fila en similar formación a las pirámides de Giza.

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Hasta el momento se conoce poco acerca de las pirámides y el equipo sigue manteniendo silencio sobre el increible descubrimiento. La única información fiable proporcionada por los científicos era que ellos estaban planeando una expedición a las pirámides para investigar más a fondo y determinar a ciencia cierta si las estructuras eran artificiales o naturales.
No se ofrecieron detalles sobre la expedición.
En caso de que los investigadores prueben que las pirámides son estructuras hechas por el hombre,
el descubrimiento podría llevar a cabo la mayor revisión de la historia de la humanidad como jamás se ha hecho.
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Miembros de la expedición tratando de acercarse a la pirámide.

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La imagen muestra una estructura piramidal rodeada de hielo justo en el centro de la foto, en la costa. Imagen: Integrated Ocean Drilling Program

Mientras tanto, una serie de extraños pero interesantes descubrimientos se han hecho últimamente en la Antártida. En 2009 los científicos del clima han encontrado allí partículas de polen, que posiblemente podría afirmar que los árboles de palma, una vez crecieron en la Antártida y las temperaturas de verano alcanzaron los 21C. Tres años más tarde, en 2012, los científicos del Instituto de Investigación del Desierto de Nevada identificaron 32 especies de bacterias en muestras de aguas del Lago Vida en la Antártida oriental.
Una posible civilización que la historia oficial no tomo en cuenta...

¿Será posible que la Antártida era una vez lo suficientemente caliente en el pasado reciente como para tener una civilización antigua viviendo allí? Y aún más sorprendente es la cuestión de que si una cultura avanzada se desarrolló allí ¿Existirá algunas estructuras restantes que todavía estén enterrados debajo del hielo?
Los estudiosos y egiptólogos han sospechado durante mucho tiempo que la esfinge es mucho más antigua de lo estimado, posiblemente tiene más de 10.000 años de antigüedad.
Los científicos descubrieron que la evidencia de la erosión del agua sobre la antigua estatua, siendo la mayor del mundo, cuenta una historia de cambio climático desde una selva lluviosa al calor del desierto en unos pocos miles de años.
Si el clima en Egipto ha cambiado tan rápidamente, ¿Es igualmente posible que el clima antártico también podría haber cambiado drásticamente en el mismo tiempo?
De acuerdo con la teoría de la correlación de Robert Bauval y Adrian Gilbert, la construcción de las pirámides de Giza habría tenido lugar en un período anterior a los 10,500 a 12,500 años BC, motivando esta retroactividad con la correlación entre la ubicación de las tres principales pirámides de la necrópolis de Giza y las tres estrellas de la constelación de Orión, y que esta correlación fue intencionalmente creada por personas que construyeron las pirámides.

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Las pirámides de Giza y las tres estrellas de la constelación de Orión
La referencia a la fecha de hace 12.500 años es significativo para Hancock, ya que la posición de las
pirámides indica el momento preciso en que una anterior civilización avanzada ha visto su ocaso debido a un cataclismo global.
En su libro Las Huellas de los Dioses, Graham Hancock ha encontrado pistas que llevan a todos hacia un punto preciso.
Según Hancock, las pirámides fueron construidas en todas las culturas del planeta y sus monumentos contienen configuraciones astronómicas más o menos evidentes.

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A partir de antiguos testimonios de numerosas poblaciones — la gran esfinge de Egipto, los misteriosos templos de Tiahuanaco, las gigantes líneas de Nazca de Perú, las pirámides masivas del Sol y la Luna de México — y al ponerlos en comparación con los mitos y leyendas universales, con el estudio de los mapas que datan de tiempos antiguos, el erudito sugiere la existencia de un pueblo con una posesión de inteligencia superiores de tecnologías sofisticadas y un conocimiento científico detallado, cuya “huella”, sin embargo, fueron exterminados por completo por un desastre de enormes proporciones.

Cada cultura ha adorado a sus reyes como dioses. Sus religiones fueron todos dirigidos a la búsqueda de la inmortalidad del alma y sus sacerdotes eran los astrónomos, con un conocimiento anticipatorio de los movimientos celestes. La serpiente-reptil es una figura simbólica presente en todas las culturas y es considerado sagrado.
Esta gran unidad cultural, según Hancock, sugiere que la civilización humana no nació de repente de la nada, sino que fue “ayudado” por alguien con conocimientos
tecnológico y cultural de avanzada.
La evidencia que apoya esta teoría es la expansión de la agricultura.
Resultó que la agricultura nace simultáneamente en al menos seis zonas del mundo sin ninguna relación aparente entre ellos: Centro y Sur América, la Media Luna Fértil, África Central, China Oriental y el Sudeste Asiático.
EN CONCLUSION :
Si miramos con alarma los informes del calentamiento global que advierten que tanto las regiones del Ártico y la Antártida se están derritiendo.
Muchos de nosotros podríamos vivir para ver el día en que estará expuesto todo el continente de la Antártida, al igual que todas las edificaciones antiguas que alguna vez existieron allí.
Si se encuentra una pirámide gigante va a cambiar la forma de pensar del mundo para siempre. Aun no hemos logrado volver a crear las grandes pirámides. Nosotros simplemente no tenemos la tecnología.

Así que la pregunta es: quién, o qué, hizo estas pirámides
en la Antártida? ¿Y qué dejaron atrás?


























Fuente:http://www.viadimension.es/vida-en-el-universo/53-el-derretimiento-de-los-glaciares-en-la-ant%C3%A1rtida-est%C3%A1n-dejando-ver,-pir%C3%A1mides.html

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lunes, 8 de febrero de 2016

El enigma de las formas geométricas del Amazonas

Una de las formas geométricas, en este caso cuadrada, descubiertas en la selva amazónica de Brasil.
La floresta guardaba un secreto oculto por los árboles desde hace 3.000 años. Quizá más. Círculos ofrecidos por el hombre a los dioses, dicen algunos. Cuadrados creados para albergar pueblos, aseguran otros. Hexágonos para hacer rituales, comentan los más antiguos. En cualquier caso, quien los hizo parece que quería transmitirnos un mensaje del pasado. Un mensaje que, cual paradoja ecológica, ha salido a la luz por la destrucción incontenible de la selva amazónica. Una de las formas geométricas, en este caso cuadrada, descubiertas en la selva amazónica de Brasil. Hay más de 300 repartidos por el estado brasileño de Acre, el más occidental de Brasil, junto a la frontera con Perú y Bolivia. Se trata de detalladas zanjas o fosos de uno a cuatro metros de profundidad y unos 12 metros de ancho, reforzados en sus lados por la propia tierra de la excavación. Forman diferentes bajo relieves sobre un suelo arcilloso con diferentes diseños, desde los más simples —rectas paralelas, cuadrados o rectángulos— hasta otros un poco más complejos como círculos, pentágonos o en forma de U. Pueden medir hasta 300 metros cuadrados de superficie. Su descubrimiento, como suele pasar en muchos de los grandes hallazgos arqueológicos de la Historia, tuvo también su parte azarística. En 1977, el profesor Ondemar Dias, del Instituto Brasileño de Arqueología de Río de Janeiro, los incluyó como parte del inventario que estaba realizando para el Programa Nacional de Investigaciones Arqueológicas en la cuenca del Amazonas. En aquel momento su trascendencia apenas salió de los círculos académicos. La vegetación todavía cubría la mayor parte de unas formaciones que, por otra parte, abundaban ya en las vecinas selvas bolivianas. El impacto mediático llegó unos años más tarde. A mediados de los ochenta, el geólogo y paleontólogo de la Universidad Federal de Acre (UFAC) Alceu Ranzi, discípulo de Ondemar, viajaba en un vuelo comercial entre Porto Velho y Río Branco, en un vuelo que solía hacer con cierta frecuencia. Y cada vez que miraba por la ventanilla del avión sentía la misma preocupación al ver como avanzaba la colonización del hombre sobre la selva. De un mes a otro aparecían nuevas y enormes superficies desarboladas donde ya pastaban innumerables cabezas de ganado. Las carreteras, primero de tierra y luego de asfalto, iban abriendo brecha en esa selva otrora intacta. Y, precisamente junto a una de ellas, la BR 317, que comunica los estados de Rondonia y Acre, Ranzi se dio cuenta de una estructura circular de doble borde que aparecía en una zona antes tapada por la floresta.

Uno de los geoglifos, en este caso un círculo enmarcado por un cuadrado, descubierto en el bosque amazónico de Brasil.

 Uno de los geoglifos, en este caso un círculo enmarcado por un cuadrado, descubierto en el bosque amazónico de Brasil.


 A partir de este momento la noticia se fue expandiendo en la medida que los expertos cayeron en la cuenta de que sólo una civilización avanzada podía haber tallado formas geométricas tan perfectas. Desde 2007, con el apoyo del satélite taiwanés Formosat-2, los descubrimientos en una zona de 25.000 kilómetros cuadrados se han multiplicado por 10 y se calcula que apenas se ha localizado el 20% del total. Actualmente, los geoglifos de Acre están a punto de ser incluidos por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad. La Amazonia fue hogar de grandes pueblos Hasta ahora los investigadores estaban convencidos de que en la época precolombina, la Amazonia Occidental presentaba muy pocas señales de población y civilización. Sin embargo, lo que ha venido a demostrar la existencia de los geoglifos y sus estudios asociados, es que esta zona olvidada del planeta pudo ser el hogar de varios pueblos estructurados y de gran tamaño. Las figuras están conectadas entre sí por lo que parecen ser caminos: dos líneas paralelas, más elevadas, como si estuvieran protegidos. Hasta hace pocos años la hipótesis inicial era que las construcciones, cuyos contornos están formados por zanjas continuas abiertas en el terreno, tenían funciones defensivas similares a las de un fuerte. «Las crónicas de los primeros conquistadores —de Orellana a Schnidel, por ejemplo— describían aldeas defendidas por altas empalizadas de madera. Si había aldeas fortificadas significa que los pueblos que allí vivían tenían que defenderse de invasores. La expansión de los pueblos de lengua tupi-guaraní y pano en tierras habitadas por indígenas que hablaban arawak podría esclarecer parcialmente esta tesis», asegura el arqueólogo Marcos Vinicius das Neves, uno de los investigadores pioneros que acompañó las investigaciones del profesor Ondemar. No obstante, esta teoría no explica los geoglifos dobles, o bien, los que están constituidos por un círculo al interior de un cuadrado. Los últimos estudios realizados por los finlandeses parecen apuntar otra cosa: como una especie de plaza tribal, el área interna de los geoglifos habría sido utilizada para la realización de ceremonias. «La evidencia arqueológica sugiere que en estos sitios se realizaban encuentros especiales, cultos religiosos por ejemplo, y sólo ocasionalmente hacían las veces de aldea», afirma la profesora Denise Schaan, de la Universidad Federal de Pará (UFPA). La última de las teorías, también relacionada con la espiritualidad indígena, es la que afirma que estos geoglifos fueron construidos para rendir tributo a la divinidad como en el caso de los de Nazca, descubiertas en 1927, con el advenimiento de la aviación comercial. «Los geoglifos de la Amazonia son tan importantes como los de Nazca. Pero a pesar de haber sido descubiertos hace más de veinte años, nadie ha sabido nunca nada de ellos», afirma su propio «redescubridor», Alceu Ranzi. «Era evidente que, como los de Nazca, se trataba de geoglifos: grandes diseños labrados en el suelo —geométricos, zoomorfos o antropomorfos—, que pueden ser mejor observados desde lo alto, y a veces sólo así. El dominio de la geometría y las dimensiones de los geoglifos —hay círculos de hasta 300 metros de diámetro— revelan algo más fascinante, y que revoluciona la historia del Amazonas», añade.

Un geoglifo cuadrado del Amazonas y tres con forma circular captados desde el espacio por satélites.

 Un geoglifo cuadrado del Amazonas y tres con forma circular captados desde el espacio por satélites.

Uno de los misterios que envuelven a estos geoglifos es que, a pesar de su gran número, no hay indicios de que hubiese habido grandes poblaciones en la zona. «Antes se creía que en esta parte de la Amazonia sólo había cazadores y recolectores, nómadas. Pero por el número y el tamaño de las estructuras, los pobladores de entonces tenían que ser sedentarios y organizados haciendo trabajos en cooperación», deduce Ranzi. Calcula que, al menos en los sitios descubiertos, la población rondaba las 70.000 personas. Sin embargo, y a pesar de las afirmaciones del profesor, no se ha encontrado ninguna evidencia de ocupación humana a gran escala y durante un período prolongado en sus zonas aledañas. «Los constructores de los geoglifos no tenían piedras en aquella región, pero hicieron enormes trabajos en la tierra, que demandaban un poderío y habilidades de organización comparables con las de otras civilizaciones antiguas», añade Ranzi. Tampoco se han encontrado restos óseos ni manchas de la llamada «tierra negra», un tipo de suelo negro muy común en otras partes de la Amazonia, que se forma a partir de restos orgánicos producidos por la ocupación humana prolongada en una zona. En todo caso, la construcción de geoglifos en una selva tan densa es difícil. Por ello los estudiosos consideran la posibilidad de que la selva que actualmente cubre el área fuera, no hace tanto tiempo, mucho menos espesa que hoy día. A no ser que la talaran, como hicieron los mayas en el Yucatán… Los escasos artefactos asociados a una cultura material, en general algunos trozos de cerámica, fueron rescatados en la cima o en el fondo de las zanjas que forman las líneas geométricas. La datación de estos restos, con el método del Carbono 14, es del 1294 d.C. Aunque hay dataciones de movimientos terrenos como campos elevados, canales de riego y balsas redondas, que pueden tener más de 4000 años de antigüedad. Tampoco se han localizado los lugares de residencia y los cementerios de los constructores. Esta puede ser la fecha del fin de esta civilización, que habría permanecido en la zona desde un milenio antes. Fecha que sugiere que los desconocidos autores de los geoglifos pueden haber desaparecido antes de la llegada a América de los europeos. Una gran civilización perdida Todo esto indica que en esta zona no hubo una gran civilización perdida, como tampoco existen evidencias concretas acerca de quiénes fueron los constructores de los geoglifos, ni cuánto tiempo emplearon en esa tarea. «No podemos hablar de un enorme imperio perdido que adoraba a sus dioses geométricos en ese rincón de la Amazonia. De momento todo parece apuntar a dos o tres pueblos semi nómadas y dispersos por pequeñas aldeas que compartían algunos rasgos culturales comunes, tales como la construcción de los geoglifos», asegura la arqueóloga Sanna Saunaluoma, de la Universidad de Helsinki.

Un campesino señala uno de los geoglifos.

 Un campesino señala uno de los geoglifos. Saunaluoma pertenece al Instituto Iberoamericano de

Finlandia, con sede en Madrid. Esta institución colabora desde hace casi 15 años con las universidades brasileñas en el estudio de los misteriosos geoglifos de Acre a raíz de la tesis doctoral por la que su director, Martti Pärssinen, demostró que los incas habían llegado a áreas relativamente próximas a la selva acreana. En 1997, Pärssinen y un equipo de la Universidad de Helsinki, descubrió una fortaleza incaica conocida por el nombre de Las Piedras, próxima al pueblo de Riberalta, en el extremo norte de la región de Bení y bastante cerca de los geoglifos. La conclusión de esta cadena de descubrimientos parece probar que la zona de Acre fue un punto de encuentro cosmopolita entre la Amazonia oriental y las Cordilleras de los Andes. «Nuestra hipótesis ayuda a entender la razón por la cual los primeros españoles que exploraron la selva amazónica hablaban de grandes ciudades densamente pobladas, pero en los escritos posteriores sólo mencionan pequeños pueblos», aclara Pärssinen. Algunas de estas tribus, como los tucanos, son apuntados como los posibles descendientes de los pueblos que hicieron los geoglifos. Una pista, si bien tenue, surge de un texto de finales del siglo XIX. Ese escrito relata el encuentro entre un coronel brasileño y 200 nativos que vivían en una aldea sumamente organizada y que adoraban a dioses geométricos tallados en madera, en la frontera con Bolivia. Quizá la solución a este misterio venga algún día de la mano de los propios herederos de los constructores de estos geoglifos: los indígenas. «De forma indirecta hemos sugerido a los arqueólogos que porqué no juntan en uno de esos círculos a los pajes (chamanes) más viejos de nuestras tribus y hacen un ritual con nuestras plantas visionarias», asegura Xia Kaxinawá, cacique de la tribu de los Huni Kuin. «Quizá venga del otro lado alguna inspiración para dar claridad al origen de todo esto después de 20 años de no saber nada…» Publicado el 8 de febrero de 20162 comentarios Etiquetas: acr


























Fuentes:http://mysteryplanet.com.ar/site/el-enigma-de-las-formas-geometricas-del-amazonas/

Artículo publicado en MysteryPlanet.com.ar: El enigma de las formas geométricas del Amazonas http://mysteryplanet.com.ar/site/el-enigma-de-las-formas-geometricas-del-amazonas/